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lo que sucedió en Montjuich, sin poder entrar el e.iército dentro de la ciudad de Barcelona, por la cual y para su remedio comulgo de con– tinuo. Remédielo Dios por su infinita miseri– cordia. Amén. Amén (f 0 72v). Se refiere a la aparatosa derrota sufrida en Mont– ,iuich el 27 de enero de 1641 por las tropas del mar– qués de Los Vélez, que sitiaba Barcelona. El ejér– cito expedicionario, debido a sus desmanes, de_ió mal recuerdo en Cataluña. Seguía con ansiedad los vaivenes de la contien– da. En 1642 ésta adquirió proporciones de guerra de gran despliegue entre España y Francia, con ven– taja para las tropas francesas, que se apoderaron de casi todo el principado y penetraron en Aragón. Todo a costa de nuevas batallas , más sangrientas, y nuevos sufrimientos por parte de la población. Ahora tenían justificación sus penitencias. En enero de ese año, dando cuenta de las que había hecho, en particular del ejercicio de la cruz de cla– yos, decía: «Tuve particular impulso de ofrecer esta nonadería por los de mi patria» (fº 102v). Pero cada \·ez que se ponía a orar por esta intención, sentía dentro como si aquella tragedia hubiera de ser para largo. El 15 de febrero de 1642, en un momento de grande recogimiento, presentó ante el Señor tres intenciones que llevaba muy en el corazón: el éxito de las pretensiones de su confesor don Alejo, la fundación proyectada y «la paz de mi patria: en esto -añade- se me pusieron manifiestos los dos primeros con toda cercanidad, y la habla interior dándolos por heohos y concluídos, pero el tercero no tenía tanta cercanidad .. .; quedó en esperanza muy grande, al modo que alcanzamos a ver, algo lejos, una cosa que deseamos» (fº 106rv). Las noticias se sucedían implacables. El 30 de 145
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