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ve ... , pues muchas veces me privé y me quité el sustento espiritual para darlo a otri» (fº 88v). El confesor, don Alejo de Boxadós, conocedor de lo que se decía en Zaragoza de la capuchina, la im– pulsaba a darse, comunicando a los de fuera la ri– queza que ella recibía en el contacto con Dios, sin reservársela para sí egoístamente. En su respuesta, desde Madrid, le recordaba el texto del libro de la Sabiduría, 7, 13: Comunico sin envidia lo que con se:.-zcillez aprendí. Ella comprendió muy bien el sen– tido, y le contestó: «Procuraré obrar, con la divina gracia, y allegarme a tesoro tan infinito, y comuni– car con mis hermanos las ganancias que, por la sangre de Cristo, se comunicaren a mi alma» (fº 86r). El 2 de febrero de 1642, fiesta de la Purificación de la Virgen, había pasado toda la mañana atareada er: «negocios espirituales de muoha importancia, to– dos para bien y consolación de personas necesitadas y eclesiásticas», escribe. Estaba apesadumbrada por no hallar tiempo y paz para contemplar el míste– rio del día. En un momento se sintió atraída por el Señor y «puesta en pacífica. interioridad», y le dio la respuesta a su inquietud amorosa «de que, por ocupaciones del prójimo no podía gozar de su Ma– jestad»: «Se me puso a sí mismo por espejo y de– chado, diciendo: -In iis quae Patris mei sunt Qportet me esse (Le 2,49: Debo ocuparme en las cosas de mi Padre). Con estas palabras me dio luego inteligen– cia de cuánto gusto le habían sido mis ocupa– ciones, las cuales me habían retirado de su conversación y trato suave, porque verdadera– mente habían sido negocios de su Padre» (f 0 104v). 137

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