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chinas, publicado con ocasión de la fundación de Murcia 1 • Debemos al diligente compilador Ignacio Torra– deflot Carnet el poder tener a mano sea el libro del padre Fons, en edición moderna, sea otra abundante documentación sobre los qrígenes y la expansión de las capuchinas en España. Por desgracia, los tres archivos conventuales que podrían proporcionar información de primera ma– no desaparecieron en fechas aciagas: el de las ca– puchinas de Zaragoza, en 1808, durante el sitio de las tropas de Napoleón y en la revolución de 1868; el de Barcelona, en 1909, cuando la semana trágica, y el de Murcia en 1936, si bien no totalmente. El biógrafo de María Angela Astorch, único has· ta el presente, es el jesuíta Luis Ignacio Zevallos. Utilizó y sistematizó, con diligencia y objetividad, la amplia documentación que le ofrecían tanto el pro· ceso informativo diocesano como los manuscritos de la sierva de Dios, de los cuales tuvo el buen gusto de transcribir, a veces con cierta libertad, nume· rosos extractos. Si algo hay que achacarle, es la excesiva extensión y lo ampuloso del estilo, vicio éste muy de la época. Obra suya es, asimismo. la historia del convento de las capuchinas de Murcia, en que nuevamente volvió a ocuparse de la fun· dadora. Modernamente pueden encontrarse notas biográ· ficas, más o menos extensas, en diversas publicacio· 1 El original de Martín García, conservado hasta fecha reciente en el convento de las capuchinas de Zaragoza, parece debe darse por perdido, a excepción de un frag– mento relatívo a las gracias místicas de sor Isabel Astorch, cuya copia, de mano <le su hermana María Angela, existe en el archivo de las capuchinas de Murcia. 7
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