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UN SOLO PADRE Si el pecado del ·fariseo consistió no en ayunar sino en negar la fraternidad, las implicaciones de esa postura llevan igualmente a negar la paterni– dad de Dios. Si yo digo que tú no eres mi herma– no, estoy afirmando que no tienes el mismo padre que yo. Esto es gravísimo. Tocamos la raíz más profunda del pecado teológico. Me explico. Cuando unos hombres explotan a otros hombres, cuando unos se enriquecen a costa de los demás, decíamos que eso no era sólo un problema sociológico, sino un pecado teológi– co. Se rompe la hermandad. El rico le dice al po– bre: "Yo no soy como tú". Desde esa afirmación se llega al polite¡smo. U– nos defienden un dios legitimador de la opresión, y los pobres clamarán a un Dios liberador para que establezca la igualdad radical de todos los hombres como hijos del mismo Padre. El Dios del Sinaí estableció: "No tendrás otro Dios que el que te sacó de Egipto". Cualquier otro dios será un ídolo. -63-

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