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EL FARISEO Y EL PUBLICANO En esta parábola Jesús desenmascara un tipo de religiosidad muy extendida, establecida no sobre la misericordia y solidaridad, sino sobre la autosufi– ciencia, la perfección o plenitud. Con otras pala– bras, una perfección inhumana.. El motivo de la parábola nos sitúa en el contex– to de Jesús: "Dijo a algunos que se tenían por jus– tos y despreciaban a los demás" (Le. 18, 9). El farise<;> oraba de esta manera: ¡Oh Dios!. Te doy gracias. · D!11" gracias a Dios es algo elemental. ¡Tene– mos tanto que agradecer... !. Pero todo depende de lo que uno juzga digno de agradecimiento. El fari– seo cree que es bueno agradecer la insolidaridad: "No soy como los demás hombres". La humanidad queda dividida en dos grandes bloques: los demás (rapaces, injustos, adúlteros) y yo (que ayuno y pago el diezmo). Evidentemente esto no es cierto, no se hace jus– ticia a la realidad. Ni los otros son todos adúlteros, por ejemplo, ni él es el único en ayunar. Pero así - 60 -

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