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¿ Y ZAQUEO? "¡Un momento, un momento!. Eso que dices no es verdad. Jesús también comió con gente rica, Simón el leproso, Zaqueo... ". Me lo has dicho tú, Leo, y me lo han dicho mu– chas personas, siempre con el afán de descubrir una posibilidad de liberarse de esa opción por los po– bres que resulta tan exigente. Sin pretender sutilezas sofisticadas, lo primero, hay que observar que en esos casos no es Jesús el que invita, sino los ricos. Los ricos están cumplien– do el evangelio de invitar a los pobres. Jesús era pobre, y los ricos invitaban a esos pobres de Jesús y sus discípulos. Desde esa perspectiva no hay na– da que objetar a las invitaciones de los rjcos. No hay nada malo en que los pobres sacien su hambre aceptando las invitaciones de los ricos. Pero además hay que tener en cuenta la pacien– cia infinita de Dios. Ya dijimos que Dios no quiere la muerte ni siquiera de los ricos. Quiere que se conviertan y comiencen una nueva vida. En con– secuencia Dios también habla con los ricos, se deja invitar de ellos, pero no para legitimar sus riquezas, -57-
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