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Te confieso que esto en la práctica a todos nos cuesta muchísimo. No somos valientes. Tenemos ·miedo, porque nos falta fe. Siempre recuerdo que tú, Leo, llevaste una vez a casa a un mendigo a comer co.n nosotros. No pu– de evitar un gesto de extrañeza. Somos tremenda– mente inconsecuentes. Y sin embargo es lo que Jesús hizo durante su vida: comer con los pobres, con los pecadores. Es indudable que Cristo fue un escandaloso. -56-