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Lo práctico no es ponerse a construir teorías, · sino escuchar el Evangelio. Y Jesús, con su estilo narrativo peculiar, decía una vez: Había un hom– bre rico, que vestía de púrpura y lino. .Hoy diría– mos, que vestía modelos importados y exclusivos. Además celebraba todos los días espléndidas fies– tas {Le. 16, 19). Jesús no habla metafóricamente: el rico es el que tiene muchos reales, mucho billete y cuentas corrientes y de ahorro en los bancos más seguros del país y del extranjero. Y ahora el contraste: Había también un hom– bre pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas, tum– bado en el suelo, al nivel de los perros. Sospecho que lo del nombre Lázaro es para dar realismo a lo de la pobreza. Se le añade el agra– vante de que está enfermo. Tampoco Jesús habla metafóricamente de un "pobre corazón" en medio de las opulencias de las clases altas. Hay que atenerse al realismo más cru– do: un rico es un rico y un pobre es un pobre. Es– te es el contraste de la sociedad en tiempo de Jesús y en nuestro siglo veinte. Hay ricos y hay pobres. ¿Dónde está Dios?. Sufriendo con Lázaro. No lo busques en la complicidad del rico epulón. -52-

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