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Pero los hombres simplemente mataron a los profetas. Después, sí, les hicieron monumentos funerarios, pero el mundo seguía siendo una selva de animales feroces. "¿No aprenderán los malhe– chores que devoran a mi pueblo como pan?" (Sal– mo 13). Jesús contaba una parábola que asustó a los mismos sacerdotes: "Un hombre plantó una viña y la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Lue– .go envió a un siervo por los frutos de la viña, pero lo golpearon. Luego envió a otros, y todos fueron maltratados y despedidos con las manos vacías. Finalmente dijo el dueño: ¿Qué haré?. Enviaré a mi Hijo querido" (Le. 20, 9-13). Eso exactamente es lo que hizo Dios. Me lo imagino diciendo a Jesús: "Anda, Hijo, vete al mundo y díles cuál es mi voluntad. No es otra cosa sino que vivan como hermanos. Se han olvi– dado de ser hermanos, se han vuelto lobos unos para otros. No es lo importante que me den in– cienso o que erijan iglesias. Lo importante es que tengan corazón, y que se amen unos a otros". Y Jesús le respondió: "Sacrificio y oblación no quisiste ; pero me has formado un cuerpo. Ho– locaustos y sacrificios no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo a hacer, oh Dios, tuvo– luntad!" (Hebr. 10, 5-7). - 46 -

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