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EL SECRETO DE LA SANTIDAD Recuerdo que una vez me preguntaste : "Pre– tender ser santo ¿no es soberbia?". Y me conta– bas que muchos decían que la santidad era para muy pocos, seres excepcionales. Según lo que venimos reflexionando, yo te di– ría que Dios es el santo en plenitud, porque su ac– tuar es siempre para dar vida, para crear. Y el hom– bre será santo continuando la obra de Dios, prosi• guiendo la creación, trabajando para que todos ten– gan vida. ¿ Ves qué distinta es la idea de santidad que algunos tienen?. Para éstos, santidad es perfec– ción, y por eso quieren vivir solos, no complicarse. Ese concepto de santidad es realmente imposi– ble. Como seres humanos, somos imperfectos. Nunca lograríamos la santidad entendida como no tener ningún defecto. "El que no tenga pecado, que tire la primera piedra" (Jn. 8, 7). La santidad es gracia, es don. La santidad de Dios se manifies– ta en escuchar el clamor del pobre y solidarizarse con él. Recuerda el clamor de Abel, el clamor de los israelitas en Egipto, y Dios saliendo en su defen– sa en contra del Faraón. A lo largo de la historia -42-

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