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los ajos y cebollas de Egipto. La liberación no es fácil. Del período de esclavitud se nos quedó gra– bada la imagen del opresor y aún inconscientemen– te tendemos a reproducirla cuando cambia la situa– ción. Dios se opone a toda opresión. El Decálogo comenzará por exigir a los hebreos que no tengan otro Dios que no sea "el que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre" (Ex. 20, 2). Y en la tierra prometida, en las relaciones de unos con otros, se guardarán de oprimir a nadie. Será un memorial que tendrán presente: "Recordarás que tú fuistes esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te rescató: por eso te mando e~to hoy" (Deut. 15, 15). Dios no quería ser liberador, pero nuestras in– justicias le obligaron. ¿Comprendes ahora las exi– gencias de la liberación?. -32-
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