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DIOS ES LIBERADOR Con relación a Dios, tendríamos que definir al hombre como el oyente de la Palabra. A lo largo de la historia Dios se ha dejado oir. Y su proyecto original lo conocemos desde siempre: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejan– za". "No es bueno que el hombre esté solo". "Dominen la tierra" (Gn. l. 26-28; 2, 18). Dios era sencillamente Creador, dador de vi– da. No tenía que ser liberador ni meterse a plei– tear con los hombres si nosotros obedecíamos y -vivíamos como hermanos. Pero ¡qué va!. Un día a Dios lo despertó un grito: Abel era asesi- nado por su hermano Caín: ¿Qué has hecho?. Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo" (Gn. 4, 10). Otro día son los hebreos maltratados por los egipcios: "El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen" (Ex. 3, 9). Continúa en nuestro tiempo el clamor de los pobres: "Un sordo clamor brota de millones de - 30-
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