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LA REBELION DE LOS POBRES Cuando los pobres vieron el cariz que tomaba el asunto, se indignaron: "¿Así es la cosa?. Pues que no cuenten con nosotros. No podemos acep– tar una religión en la que Dios quede a merced de los que disfrutan del poder, del placer, de la rique– za. Nos repugna una religión en la que Dios se conformaría con el incienso de los aduladores y no le pararía al sufrimiento de los pobres. Noso– tros vamos a luchar por nuestros derechos". "¿Ven?" -dijeron los que dominan la situa– ción en el mundo. "¿Quiénes son los religiosos?. Pues nosotros, que vamos a misa y pagamos los diezmos a la Iglesia. Que ellos hagan como noso– tros, que recen, que lleven con resignación sus calamidades, que no protesten". ¿No te parece que lo que están diciendo en el fondo, entre líneas, es que los pobres se dejen explotar y que no protesten si se les paga una mi– seria de sueldo?. Siguen diciendo los poderosos: "No sé quién les habrá metido esas ideas a los pobres. Los han -15 -

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