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Te recomiendo meditar este pasaje profético: "Deje el hombre inicuo sus pensamientos y vuél– vase a Yahveh, que tendrá compasión de él... Por– que no son mis pensamientos los pensamientos de ustedes, ni sus caminos son mis caminos, oráculo de Yahveh. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los suyos" (Is. 55, 7-9). Y Jesucristo nos recordaba: "¿Qué padre hay entre ustedes que, si un hijo le pide pescado, le da culebra; o si le pide huevo, le da escorpión?. Si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!" (Le. 11, 11-13). Aceptar el misterio no para dejarse invadir por el miedo, sino para abandonarse a la confian– za.. " ¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios!. ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!. En efecto ¿quién conoció el pensamiento del Señor?. ¿O quién fue su consejero?. ¿O quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa?. Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A El la gloria por los siglos. Amén" (Rm. 11, 33-35). "Sé de quién me he fiado" (2 Tim. 1, 12). Y aunque seamos infieles, "El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo" (2 Tim. 2, 13). -82-

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