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potencia real o la posibilidad vital explican la historia óntica del hom– bre en su perspectiva de futuro 7.65_ 3. La vida espirÍtual se actualiza y organiza sobre la vida natural_,__. Espiritualizamos la naturaleza. Si no fuera así, seríamos pura potencia. La historia es la narración de las actualizaciones espirituales efectívas, que no son accidentes transitorios de una naturaleza inalterable. Por eso, la historia tiene un sustrato metafísíco y las formas históricas de vida son modos de ser en sentido ontológico, en cuanto interpreta– ción y manifestación del ser del ente. 4. La entidad modal del hombre: a) Constitutivamente: se compone de acto y potencia. b) Hístóricamente: cambia con el tiempo y por él transmite la modalidad efectiva de su actuación espiritual 2h6_ Para E. Nicol, no hay una esencia inmutable del hombre, sino que lo inmutable es la estructura o forma de ser, que produce formas dife– rentes de existencia. La permanencia e ínalterabilidad de esta forma o estructura garantizarán nuestro conocimiento, ya que éste no puede recaer sobre el puro cambio. La estructura o forma del hombre (que vendría a ocupar el lugar equivalente de la «sustancia» en las teorías sustancialistas), no puede concebirse como esencia o sustancia que estuvíera revestida de acci– dentes. La forma de ser, al funcionar de manera constante produce modos de existencia individuales, que son los «modos ónticos reales, concretos, fácticos y fenoménicos de la existencia» u, 7 • Estos modos evolutivos e históricos, a su vez, revelan aquella estructura fundamen– tal o estructura ontológica constitutiva del ser del hombre. Para explicar la revelación de la estructura ontológica en los mo– dos ónticos, E. Nicol recurre a las explicaciones sobre el cuerpo y sus leyes biológicas. Se trata de una analogía clarificadora. El cuerpo huma– no es siempre el de un mísmo sujeto individual. Pero la mismidad 265. Con las palabras del texto queremos recordar la «continuidad» que tiene lugar en el hombre. E. Nicol lo expresa con estas palabras: «Considero la temporalidad del ser (del ser humano) como la continuidad de una acción creadora que se articula precisamente mediante los conceptos de potencia, acto, posibilidad, necesidad, libertad y azar, y tradi– ción o herencia histórica.. . La presencia del pasado en el ser actual es condición onto– lógico-temporal de la patente continuidad en el despliegue de este ser; al cual, en tanto que determinable ontológicamente como acción, le es inherente esa forma de intencionali– dad vital que he llamado anticipación. Por ella, el futuro se integra también en la unidad existencial del presente» (VH 299). 266. IH 32. 267. VH 296. Cf. PF 96, 113; Vocation et liberté, en Revue de - l'Universitt de Bruxelles 12 (1959-60) 385. 97

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