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Terminado este análisis, «tíene que ser posible, entonces, una teo– ría metafísica que explique el ser del hombre sobre la base de la unidad dual» 251 • Este es el próximo paso . La explicación metafísica propuesta por E. Nicol a tal experiencia psicológÍCa se basa en la aplicación a la misma de los conceptos de potencia y acto, ya que sólo la concepción del ser potencial del hombre explica el problema del ser en el tiempo 252 • 1) El hombre es acto, ser. a) En primer lugar, es «acto» la vida natural, biológica, la del cuerpo . Pero, afumar que la vida del cuerpo sea acto no significa actua– lidad plena desde el primer momento de su existencia. El cuerpo evo– luciona y se desarrolla biológicamente. Pero los momentos de su evo– lución progresan en virtud del principio de la necesidad, de la deter– minación. Por esto, el cuerpo en sí no tiene ni futuro, ní historia. La vida biológica, el cuerpo, desde el comienzo de su existencia, antes de que se desarrolle, se encuentra determinada por los genes, que estructuran el cuerpo adaptándolo a determinadas funciones. En los genes se encuentra la razón de la coherencia, unídad y armonía del cuerpo humano. Este ser vivo, estructura funcional, se encuentra so– metido a determinadas leyes, que son objeto de estudio por parte de la biología. A esta estructura funcional, E. Nícol la denomina «natu– raleza». Y esta naturaleza exÍste antes de que podamos hablar propia– mente de temporalidad e historicidad. En esta naturaleza podemos distinguir un acto (su desarrollo actual) y una potencia (entendida como «capacidad de desarrollo»). Si bien los genes transmiten carac– teres hereditarios, tales caracteres necesitan un desarrollo o función que tiene lugar a partir de una estructura o acto. Este desarrollo bio– lógico, una vez alcanzado su más alto grado, pasa a ser reiteración de funciones y sufre un paulatino desgaste 253 • 251. 1H 30. 252. E. Nicol propone un nuevo empleo de los términos acto y potencia, distinto del que hizo Aristóteles: «Aristóteles define al hombre como un ser viviente dotado de alma racional, y al alma la define como la entelequia o el acto de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia. El nuevo empleo de los términos conduciría a sostener, de un modo diferente, que el hombre es un ente que tiene la vida natural en acto, y la vida espiritual en potencia. Lo dado en él es el acto vital del cuerpo y la potencia de actuar espiritual– mente» (IH 31). 253. He aquí algunas de las palabras de E. Nicol a este respecto: «Sólo el cuerpo es dado en acto. Y aunque la vida del cuerpo implica también cambio, es decir, el cre– cimiento y formación, las diversas etapas de la madurez y el decaimiento final, no cabe decir que el cuerpo tenga historia. Ese cambio se produce con una regularidad preestable– cida. Las formas del desarrollo y de la evolución biológica están determinadas de ante– mano. En ninguna de sus diversas etapas puede decirse que un cuerpo tenga futuro, pues 93
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