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Esta segunda percepc1on del tiempo sería el producto de la intru– sión de la concepción o idea del espacio en la concienda pura. Y «el tiempo entendido en el sentido de un medio en el que se distingue y se cuenta, no es otra cosa que el espacio. La duración pura es, pues, otra cosa» 130 • Tendríamos, entonces, un espacio y un tiempo homogéneos, que distinguiríamos de la siguiente manera: 1) Espacio: una homogeneidad que consiste en la coexistencia. Aunque tengamos que diferenciar: a) La percepción de la extensión como heterogeneidad cualitativa; b) La concepción del espacio como homogeneidad extensa, concep– ción alcanzada mediante un esfuerzo de la inteligencia. Con todo, ambas, la percepción de las cualidades sensibles y la concepción homogénea del espacio, están implicadas mutuamente. 2 ) Tiempo: una homogeneidad que consiste en la sucesión. Pero, al considerar el tiempo como un medio homogéneo, desaparece del mismo la duración, ya que, como homogéneo, es un medio indefinido, vacío. La dificultad estriba ahora en que lo homogéneo carece de distin– ción, de cualidad, pues homogeneidad y distinción son contradictorios y, por ello, no es posible la existencia de dos homogéneos, uno de ellos, espacio, llenado por la coexistencia y, el otro, el tiempo, llenado, a su vez, por la sucesión 131 • 58 De aquí, la conclusión: «Cuando proyectarnos el tiempo en el espacio, expresamos la du– ración en extensión. Cuando hablamos de un orden de sucesión en la duración, no entendemos la sucesión pura, sino ya espacializada; porque el orden implica la percepción, no ya sucesiva, sino simultá– nea, del antes y del después. En este sentido, el orden es reversible en la duración y si es reversible, la sucesión se hace simultaneidad y, por lo tanto, es proyectada en el espacio» 131. 130. PSV 44; cf. también VH 108-109. 131. PSV 45; VH 109. 132. PSV 45; VH 110.

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