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Toda experiencia es un conocimiento concreto, en cuanto la expe– riencia está contituida por lo vivido aquí y ahora, lejos de toda abs– .tracción m. Esta explicación de la «experiencia» trae consigo una renovación del concepto de sujeto, del yo, pues justamente «esta posibilidad de dar sentido o de Íntuir el sentido que todo tiene para mí, y que tiene todo lo que yo hago, define o caracteriza fundamentalmente al hom– bre» 122 • Antes de recoger las primeras afirmaciones de E. Nícol sobre el yo que aparece en la actualidad de la experiencia, nos parece oportuno recordar algunas aclaraciones que él mismo hace en La marcha hacia lo concreto. Ellas muestran la corrección que nuestro autor hace de los conceptos tradicionales de realidad y apariencia y, sin ellas, no se– rían bien comprendidas sus explicaciones sobre el yo dado en la expe– riencia psicológica. Resumiendo brevemente ideas que han quedado luego dispersas en otras obras suyas (recordamos que La marcha hacia lo concreto es 121. «Lo concreto de la experiencia es algo esencial y primariamente cualitativo e intensivo, pero además complejo e irreductible a conceptos formales y abstractos como los que se han venido empleando para un intento de comprensión que sólo pudo resultar fallido» (PSV 60). Cf. VH 97-98, 106. 122. VH 106. Con motivo de esta nueva definición del «yo», del «sujeto», E. Nícol recuerda que la palabra «sujeto» denota por sí misma sujeción y sometimiento a algo que no es el sujeto y que está presente en él. A tal término se le ha dado el nombre de «objeto», que se halla presente en el sujeto mediante la conciencia. Es conocida la operación que llevó a cabo el idealismo y que terminó con la independencia y soberanía del objeto negándole realidad fuera del sujeto y reduciendo la objetividad a la subjetivi– dad. De esta manera, objeto y sujeto quedan reducidos a «conciencia de». Esta operación influyó en la psicología, en el sentido de atender sólo al sujeto, aunque se aceptara la dualidad de objeto y sujeto. Al fijarse sólo en el sujeto, la psicología estudiaba unas funciones «básicas, uniformes y genéricas», llegando a presentar una ima– gen empobrecida del sujeto, por excluir las realidades transubjetivas. Del idealismo, trasladado a la psicología, nacería otro problema: la relación del sujeto con su propio cuerpo, objeto entre los objetos, del que se tiene una conciencia más segura e inmediata, y que cumple una función intermediaria en las relaciones con el mundo exterior. La solución psicológica fue prescindir de las modalidades vitales de relación entre el sujeto y su cuerpo, pasando la psicología a ser una fisiología, pues «el cuerpo era uniforme en todos los sujetos; las relaciones funcionales del paralelismo psico– físico eran también uniformes, constantes y descualificadas» (PSV 39). En esta línea se moverían las tipologías o caracteriologías físicas. Cuando, posteriormente, los psicólogos se dieron cuenta de que el sujeto era algo más que «conciencia de», surgió la explicación psicológica del yo mediante la teoría del «cam– po psíquico». Esta teoría defiende un concepto de «campo» semejante al de la física: un medio que no se ve ni se experimenta de modo inmediato y en el que se producirían los hechos psíquicos. Pero el concepto de «campo» para designar una realidad psíquica no proviene de los hechos; con él se sustituye el antiguo concepto sustancial de un yo (PSV 40-42). 54

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