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r grado o lo restrinja. Es, por tanto, necesario en el sentido de que tiene que existir» 78 • Su existencia no anula la contingencia de todos los existentes. Ab– soluto y contingencia son correladvos 79 • Sólo su mutua integración («El absoluto es esa realidad constituida por las existencias contingen– tes», escribe en ih 65) hace comprensible la explicación del devenir 80 • El devenír es necesario por razón de la causalidad ( nullus effectus sine causa) y por razón de la forma del ser contingente que deviene (nihil fit sine ratione). Pero la verdad de este principio se sustenta en la necesidad del Ser (nihil est sine ratione), ya que ningún ente contin– gente tiene razón propia 81 • 78. ih 63. 79. Aclarando qué quiera decir «correlatividad», escribe E. Nícol: «La palabra abso– luto causa recelos en el dominio del pensamiento científico, a pesar de que todos la empleamos en el lenguaje ordinario. Le damos el sentido de algo determinante, definitivo, indiscutible. La etimología nos aclara que lo absolutum es lo des-prendido, lo que está aparte, lo que excluye toda relación, o sea, lo incondicionado. El absoluto es condicio– nante. De suerte que, a pesar de su significación literal, el absoluto es correlativo de lo relativo, e inversamente. Es tan inconcebible el absoluto sin la contingencia, como la absoluta relatividad» (CRS 161). 80. «Si el Ser está separado, la necesidad del devenir es un misterio. La filosofía no puede explicar de qué manera el absoluto regula desde afuera el devenir de lo que no posee una razón-de-ser-propia. La razón se desdobla cuando el Ser y el ente se desdo– blan. Entonces parece que la razón del filósofo deba asumir la tarea de dar ella misma la razón final de lo que no la presenta de inmediato: de forjar ella misma el absoluto. El artificio ha impedido ver que el absoluto, si lo es de veras , tiene que ser una eviden– cia radiante, anterior a cualquier ejercicio de la razón, y fundamento de este ejercicio» (ih 65). 81. Examinando las diversas razones que contribuyen a la producción de un suceso concreto del devenir, hemos de tener en cuenta: 1.-El Ser, que con su absoluta suficiencia es el fundamento de todo ser y suceder. 2.-Los entes, que son el mundo de la contingencia. Dentro de los entes, habría que distinguir entre. a) El mu11do no humano, en el que impera la necesidad. b) El mu11do humano, en el que encontramos la libertad. Tanto en un mundo como en el otro, la forma de ser determina la causalidad. c) La causalidad exterior. Es la segunda razón inmediata del suceso, que, a su vez, está determinada por el ser del agente. Este, por su parte, sólo halla la razón de ser en el Ser, cerrándose así la necesaria suficiencia racional para integrar ser y devenir. En relación con la causalidad, E . Nicol analiza los tres principios que hemos recogido en el texto: nihil est sine ratio11e; nihil fit sine ratio11e; m,llus ef!ectus sine causa. El primero (nihil est sine ratione) se refiere a una razón necesaria y suficiente como razón de ser, la cual sólo se halla en el Ser. El segundo (nihil fit sine ratione) enuncia una razón subordinada al anterior principio, sin que lo sustituya. El tercero (nullus effec– ltis sine causa) establece el régimen racional del devenir. Pero esta razón causal sola es insuficiente: «Solamente el absoluto puede resolver la aparente discordancia entre el orden contingente del ser y el orden necesario del devenir» (ih 65). Cf. también ih 64, 71, 75. 42

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