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E. Nícol no duda en afumar que el absoluto tiene que ser determi- . ----------. nado. Un absoluto indeterminado nos llevaría a la dificultad insalvable del Ser puro y la Nada pura, como absolutos indeterminados. Pero si el absoluto es determinado, sólo tenemos la salida al mundo real, que es conti~ente. Enwnces, o bien quedaría eliminado el absoluto al quedarnos en la absoluta contingencia o bien termfoaríamos en la irra– cionalidad integral, que se transformaría, vitalmente, en desesperación. Por eso, no queda a E. Nícol otro camino que afirmar la inmanen– cia y la determinación del absoluto. Los entes se dan como ser, en plenitud, sin que sea posible refor– zar mediante averiguaciones posterrores"ese dato fundamental de «ser». Este dato primario no necesíta investigación o prueba alguna; hay una identificación global del ente fQ!I!Q_ real y com_g_e.xistente. Una investi– gación posterior nos mostrará el «modo de ser». Todos los entes están definidos por una forma o modo de ser común: la continge-;cia, que los hace cambiantes. Dentro de la uni'dad «Hay ser» ce-existen los entes contingentes en pluralidad, diversidad y hasta oposición 68 • La metafísica tradicional reclamaba el absoluto fuera del existente, porque ninguna existencia poseía intrínseca necesidad. Presentaban' el dato de la privación ffJ. E. Nícol une ambos términos -contingencia y necesidad- señalando la imposibilidad lógica y real de concebir la totalidad de la contingencia sin el absoluto. Así lo muestra el ente fe– noménicamente: «El ente no sería contingente s-in el absoluto . Esta paradójica inver– { sión de los términos significa que el absoluto no hay que buscarlo; tiene que estar presente, y sólo puede presentarse en el propio ser contingente» 70 • --- Ya no se trata, por tanto, de situar al Ser fuera del mundo de los entes contingentes, estableciendo una diferencia entre el Ser -lo ab– soluto-- y los entes -lo relativo y contingente-, sino que una mis– ma realidad puede ser vista como «Ser» y- como «ser esto», consistien– do el ente en esta última precisión. Casi admirado pregunta E. Nícol en un cierto momento: «¿En dónde está el ser sino en el ente?» 71 • Ser y ente son visibles, ya qu{,"aímismo tiempo que vemos la diversidaa y el cambio, es también patente la presencia absoluta de la realidad diversa y cambiante: todo ente es, presentando la exi'sten- 68. Cf. ih 61, 74, 76-77; PC 303, nota 12. 69. PC 362-363. 70. ih 62. También PC 361. 71. me 23. 40

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