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la historícidad del hombre. Frente a las soluciones de Dilthey, afuman– do una historia sin ontología, o de Heidegger, que construye una onto– logía sin historia, E. Nícol pretende edificar una historia que es, a la vez, ontología. La historia será el ser del hombre : el hombre ha de actuar o expresar para ser. Su insuficiencia ontológica, su contingen– cia, se corrige o compensa con su acción histórica, mediante la cual crea su ser. La expresión, en el hombre, es la manifestación del ser. Pero, para llegar a comprender y valorar debidamente el ser histórico (el hombre), es preciso conocer anticipadamente qué sea el Ser. También la noción de Ser repercute en el problema epistemológico. Porque la presencia del Ser en la realidad obliga a una revisión de la tradicional invÍsibilidad del Ser y de la degradación ontológica de las apariencias. Paralelamente al ascenso ontológico de éstas, tenemos la correspondiente recuperación de la experiencia inmediata como medio de acceso al Ser, en una intuición pre-científica, común y universal. Y, además de estas indicaciones, E. Nícol recuerda la necesidad de unir el estudio de la historicidad y la ontología cuando escribe : «El tema del absoluto, en tanto que atañe a todo lo existente, pu– diera quedar al margen de una investigación restringida a la contin– gencia del ser humano y a la gestación de la historia. Pero la onto– logía de la historia no- debe desprender el ser humano, y considerarlo aparte de la contingencia total. La diferenciación conduce a una in. tegración: historia y n aturaleza no están separadas. La necesidad opera wúvocamente en la cosa; en el hombre se conjuga dialéctica– mente con la libertad. Por esta razón, no puede estar bien asentada una dialéctica histórica que no incorpore los resultados de una in– vestigación ontológica general, en la que el dato de la contingencia remite inevitablemente al tema del absoluto» 6. Por todo ello, el tema inicíal de la «historicidad» del hombre se fue convirtiendo en una ontología del hombre en tanto que ser histó– rico y productor, también histórico, de obietos y del conocimiento. Como pórtico de los presupuestos fundamentales de la metafísica de E. Nícol, hemos recogido sus indicaciones sobre la aparición de la historicidad. No es una cuestión que él haya desarrollado ampliamen– te, pero existen suficientes pasajes en sus obras para poder intuir la profunda crisis que provocó la historicidad. El único modo de salir de tal crisis es la renovación de la metafísica. Los principios de tal renovación son expuestos por E . Nícol desde una doble vertiente: 6. ib 63. 18

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