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ricidad, no encontramos descripción alguna de las «formas» de la his– toria . El paralelismo entre la vida individual y la vida colectiva está más insinuado que expuesto m. En ocasiones, sus ideas históricas pare– cen simples notas marginales a diferentes temas filosóficos. Otras ve– ces, los comentarios y exposición de los filósofos no aportan nada destacable en comparación con lo que encontramos en las historias de la filosofía. Hay, también grandes saltos cronológicos engarzados por unas líneas Zl4. La historicidad, tal como es entendida por E. Nicol, resulta casi incomprensihle, si no se tiene en cuenta la reforma de la filosofía que quiere realizar. Tal reforma es como el horizonte de su pensa– miento, que afecta profundamente a la concepción del Ser y del hombre. En su filosofía, E. Nicol quiere reivindicar el valor ontológico de la realidad apariencia! mediante una reformación que va más allá de unos antecedentes y problemas filosóficos inmediatos para concentrarse en los principios. Lo que supone también un retorno, incluso crono– lógico, a los orígenes de la filosofía, a Grecia, en donde ya se marcó la dirección fundamental de la filosofía . Su trayecto histórico está seña– lado por hitos (filósofos, escuelas, doctrinas, etc.), que indican el cami– no, sin variar su orientación ZIS_ E. Nicol quiere establecer una nueva fenomenología y dialéctica. Una: fenomenología, ya que la filosofía ha de tratar de los Terusme– nos reales y partir de la experiencia. Deberá ser definida como un «positivismo radical» : «como un pensamiento que obtenga de los datos las evidencias primarias» Z/6. ,--------. 273. Cf. 1H 26-27, 38-40. 274. Las indicaciones que señalamos en el texto se basan en la lectura de los escritos de E. Nicol. Un ejemplo de los saltos cronológicos puede verse en el capítulo I de HE (23 ss). En esta misma obra, por ejemplo, Heidegger es una disculpa para exponer sus propias ideas. La «circunstancialidad» de algunas de sus ideas pueden verse en VH, que es una colecdón de artículos de las más diversas procedencias y que aparecieron entre los años 1940-1951. También es revelador contrastar los contenidos de las dos ediciones de Metafísica de la expresión (años 1957 y 1974), en donde no sólo se suprime un capítulo entero (el segundo de la primera edición titulado «El principio del ser»), sino que hay numerosas correcciones y c;ambios en el t~xto, aunque se mantenga la misma doctrina globalmente. · 275. Cf. me 124 y 126. Las ideas que exponemos a continuación están inspiradas en afirmaciones que E. Nicol dejó ·escritas en ME 204-210; me 123-130; ih 78-83. 276. , me 124. Escribe en PC: «El cualificativo de fenomenología, aplicado a la ciencia primera, no im.plica en modo alguno la ad~p~ión del método y la doctrina especiales de la filosofía trascendental de Husserl. Indica tan sólo que esta ciencia se ocupa de fenó– menos reales, y procede de la experiencia» (p. 25, nota 12). 102

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