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Los problemas de la Misión de Etiopía por el emperador Yoannes IV. Aunque esta persecución, durante 47 años, afectó sobre todo a la prefectura apostólica de Abisinia (vicariato desde 1857), sus ramalazos llegaron también a la misión capuchina del vicariato apostólico de los Gallas, creado en 1846 entre las poblaciones paganas del sur y regentado por el futuro cardenal Guglielmo Massaia 6 • Sin bajar a los detalles de las vicisitudes históricas de ambas misiones y de las que sucesivamente se erigieron (la prefectura apostólica de Eritrea en 1894, la de Kafa en 1913), nos limitaremos a una exposición selectiva de las inter– venciones de la S. Congregación para hacer cesar la persecución y para solu– cionar los demás problemas, externos o internos, del apostolado católico en Etiopía en esta nueva época de sus misiones. 1. En busca de protección europea para la misión perseguida Ante el hecho de la persecución, la S. Congregación no disponía de otro remedio humano que el de solicitar la ayuda de la diplomacia de las potencias europeas católicas, preferentemente la de Francia, protectora tradicional de las misiones de Levante, que además tenía una buena red de consulados cerca– nos a Etiopía: Alejandría y El Caíro en Egipto, Jidda y Massaua (viceconsu– lado abierto en 1840) en las costas del Mar Rojo. Francia, sin arriesgar o modificar su política africana, aceptó esta protección de los misioneros, que inicialmente eran todos súbditos italianos. Tanto los misioneros, víctimas personales de la persecución, como los agentes consulares, espectadores cer– canos de aquella, estaban convencidos de que el único modo de obtener la paz y la regeneración de Etiopía era su acercamiento a las potencias europeas; esta era la unánime convicción también de todos los europeos, científicos, exploradores e incluso misioneros protestantes, que mons. De Jacobis había conocido y tratado en Etiopía durante 18 años 7 • En particular, una« Abisinia civil y católica», protegida por Europa, era el ideal» de los dos grandes apóstoles de Etiopía: De J acobis y Massaia 8 • Un seglar, el vicecónsul de Mas– saua, A. Degoutin, escribía a sus superiores en 1843: « la conversion au catho– licisme est l'unique moyen d'amener les Abyssíns a la civilisation 9 • 6 Sobre el curso de la persecución, véanse, además de las biografías del B. Giustino De Jacobis y del card. Guglielmo Massaia: J. B. Coulbeaux, Histoire politique 379-486; C. Karalevskij, art. cit. In: Roma e !'Oriente XIX (1920) 35-52, 110-127; P. Gimalac, art. cit. In: Revue d'Histoire des Missions IX (1932) 129-150. 7 Memoria a Napoleón III (26 oct. In: Rev. Hist. Missions IX (1932) 537. 8 Sobre este tema predilecto de las conversaciones entre mons. De Jacobis y mons. Massaia, véase G. Massaia I 101 nota 1, IX 48-59. Aunque por comodidad citamos la edición de I miei trentacinque anni, advertimos que ésta no corresponde exacta– mente, especialmente bajo el aspecto literario, al manuscrito original conservado en el Archivo secreto vaticano (sección Pio IX): d. A. Dalbesio 13 s. 9 Rev. Hist. Missions XV (1938) 451. 344
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