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Los problemas de la Misión de Etiopía a mons. De Jacobis, juntamente con un rescripto para celebrar en las iglesias de los disidentes y la petición de una relación sobre la liturgia etíope 8 4 . Poco después le encarga la revisión de la traducción ge'ez de la profesión de fe impuesta a los orientales por Urbano VIII 85 . El 7 de mayo de 1840 de Jacobis devolvía esta traducción con las oportunas correcciones y pedía la versión del catecismo de Belarmino para la instrucción catequética 86 . Con estas opor– tunas clarificaciones quedaba desbrozado el campo y abierto a un fructuoso apostolado 87 • La formación de un clero indígena fue la máxima preocupación de mons. De Jacobis, para conseguir buenos misioneros, iniciativa sumamente reco– mendada por la S. Congregación 88 . El clero indígena copto católico, espe– cialmente el formado en Roma, dejaba mucho que desear en cuanto a la activi– dad apostólica 89 . La única solución era formarlo en el país, al lado de los misioneros, entrenándolo ya desde los años de seminario en el apostolado; mons. De J acobis optó por un tipo nuevo de seminario: el itinerante. Aunque el seminario tenía una residencia semioficial, primero en Gualá, luego en Ali– tiena y en Halai, los seminaristas se desplazaban con su rector según las exi– gencias de los varios centros misionales; este método, observado personal– mente por mons. Massaia, mereció la plena aprobación, y luego imitación, de este 90 • Las vocaciones así formadas fueron la verdadera salvación de la mi– sión de Abisinia, mientras que los sacerdotes, venidos delmonofisirismo, apo– stataron casi en bloque al verse envueltos en la persecución. Además, la orde– nación sub conditione de éstos creaba una multitud de problemas sumamente delicados y enojosos 91 . Para asegurar la perseverancia después de la orde– nación, mons. De Jacobis fundó una especie de orden monástico o comuni– dad de vida común, ya que el sacerdote célibe no existía en la tradición abisi– nia; las reglas estaban « casi todas preparadas » en 1857 para remitirlas a la (Paris 1913) 960-969; 1Hario da Abiy-Addí, La domina della Chiesa etiopica díssi– dente sull'unione ipostarica (Orientalia Christiana Analecta, vol. 147) (Roma 1956). 84 Lettere vol. 322 (1839/2) f. 987r-988'; SC vol. 3 f. 724r_74y_ 85 Lettere vol. 322 f. 1214. 86 SC vol. 3 f. 75or_751 r. La revisión durará hasta 1849: ibid. vol. 5 f. 54r_64r, ggr-111 ". La traducción amharica del catecismo, hecha por L. Biancheri en 1850, ibid. vol. 5 f. 181r-269r. 87 Una ulterior consulta de mons. De Jacobis sobre el bautismo administrado por los sacerdotes monofisitas obtuvo una instrucción del S. Oficio (2 de mayo de 1858): Collectanea S. Congregationis de Propaganda Fide seu decreta, instructiones, res– cripta pro apostolicis missionibus vol. I (Romae 1907) 630 s. 88 Véase, como ejemplo, la carta de Propaganda del 30 de mayo de 1845: Lettere vol. 332 f. 327r-328r; cf. ibid. f. 701 r. 89 G. Massaia I 16-18, 21 s, 26 s etc. 90 G. Massaia VIII 58-61. 91 G. Afassaia I 68 s, II 7, III 5 s, V 151-154 etc. En 1847 la Congregación recomienda a mons. Massaia moderación y prudencia en repetir las ordenaciones de los clérigos o sacerdotes convertidos: Lettere vol. 336 (1847) f. 78P-782r. 360

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