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POSIBLE APORTACION DE METODOS FILOSOFICOS 537 al fervor humanista y tratan de demostrar que el hombre más que ser demiúrgico es un ser determinado, más que un creador es un producto de las estructuras socio-económicas, étnicas y políticas» 7 • Resumiendo en un esquema este nuestro razonamiento llegamos a la conclusión de que, W. Dilthey, tuvo una intuición genial al distinguir netamente entre los procedimientos de las ciencias de la naturaleza y de las ciencias del espíritu. Las primeras exigen que se explique el hecho dado, es decir, que se pongan en evidencia los agentes qu han concurrido a que el suceso se produzca. Aplicado este método a los sucesos huma– nos, tratará de mostrar de modo exhaustivo los agentes causales. Lo que sucede es que si las ciencias naturales pueden contentarse con el «expli– can> -dejemos a un lado la protesta que viene de seguro de los defen– sores de una evolución teleológica-, resulta este procedimiento muy mez– quino, si predomina en el estudio de la historia, como de hecho ha acaecido y aún acaece en toda esa historiografía que trabaja bajo el impacto más o menos exclusivo del positivismo histórico del siglo pasado. La historiografía humana, por ser ciencia del espíritu, pide un proce– dimiento más pleno. A este procedimiento W. Dilthey lo caracteriza con el verbo «verstehen» -comprender-. Ahora bien; resulta que el mismo W. Dilthey da del comprender una doble vertiente que no siempre se valora de modo adecuado. Porque se puede comprender un hecho al en– tender su sentido, su significación, la meta hacia la que apunta. Pero se le puede comprender mucho mejor si se penetra dentro de él por el mé– todo de la «autognosis histórica» en virtud de la cual el suceso histórico viene a hacerse algo nuestro en una visión totalitaria del mismo, al per– cibirlo corno si fuera una vivencia de la propia conciencia en toda su riqueza y complejidad. Esta riqueza queda bien manifiesta en el uso que hacen los teólogos del verbo «comprender» para significar el supremo conocimiento que puede alcanzar la mente humana en la visión intuitiva de Dios. Hasta para definir el conocimiento que Dios tiene de toda la realidad no han hallado mejor terminología que hablar de un «conoci– miento omnicomprensivo». Nuestros vocablos «comprender» y «compren– sión», en su conexión con el latín de donde proceden tienen una conno– tación complexiva y total. Pero el uso corriente los ha empobrecido hasta llegar meramente a significar la clara intelección de una cosa cuando se 7 Antropología filosófica, Madrid 1982, p. 29-30.
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