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552 ENRIQUE RIVERA Francisco. Pensamos que poner esto en relieve es ya comenzar a hacer algo en este sentido. Pues no se trata aquí tanto de denunciar deficien– cias cuanto de proyectar inmensas y queridas posibilidades, en las que todos los franciscanistas nos debemos sentir seriamente comprometidos. Al llegar aquí es nuestro deber, después de señalar la meta, tratar de poner en claro el método psicológico que juzgamos más adecuado. Lo hemos resumido en una palabra «intiman>. De este vocablo la Real Aca– demia da por tercera significación lo siguiente: «Introducción en el afecto y ánimo de uno; estrecharse con él». Aquí preferimos esta supuesta ter– cera significación. Y nos fijamos sobre todo en el segundo inciso: «estre– charse con él». Quiere ello decir que no sólo hay un abrazo físico de cuerpos, sino que también hay un abrazo espiritual de almas, de concien– cias que se abren y se enlazan. Lograr este abrazo espiritual es «intimarn verdaderamente con el «otro». Entonces el «otro» no es un mero objeto que se halla fuera, sino que ha venido a ser algo íntimo a la propia conciencia. Con dos palabras quiere exponer la fenomenología de hoy este «inti– mar». Estas palabras son: «impatía» y «simpatía:i>. La primera, traducción directa del vocablo alemán Einfühlung, ya es de uso en español Por ella tiene lugar una espiritual «introyección» en la conciencia de otro para percibir su íntimo latir. La estética ha sido sin duda la más estudiada. Un breve análisis nos puede hacer ver la posibilidad de su trasvase a otros campos espirituales. Todos advierten, en efecto, que al oír una sinfonía lo que inmediatamente se percibe es un conjunto de sonidos que se suceden unos en pos de otros. Pero estos sonidos suce– sivos aparecen en la conciencia como una melodía que la sensibilidad estética regusta. Desde la melodía se da un paso ulterior y se llega a «intiman> con el artista en el momento cumbre de su composición, pues la situación íntima del alma de Beethoven no era la misma al componer «la heroica» o «la pastoral». Este razonamiento lo podemos fácilmente trasvasar a la vida de San Francisco, cuya vida fue un verdadero poema sinfónico. Ante este poema de vida interior el crítico debe «intiman>, debe penetrar hasta las hondas vibraciones de aquella feliz conciencia. Decir que esto es algo fácil sería una ingenuidad. Pero prospectar esta meta, es ya acercarnos a esta fascinante y oculta vereda. 25 Véanse P. LA!N ENTRALGO, Teoría ... o. cit., t. I, p. 138 ss.; A. PINTOR-RAMOS, El humanismo... o. cit., p. 219.

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