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POSIBLE APORTACION DE METODOS FILOSOFICOS 551 En la vida de San Francisco se han dado experiencias comunes y corrientes como en todo ser humano. No merecen con rigor el nombre de vivencias. Pero ha habido igualmente actitudes de su mente que han dejado honda huella en su propia conciencia y en su ambiente. Pensamos que cada uno de los ideales del Santo, descritos con tanta precisión por H. Felder, son vivencias en sentido estricto. Es patente que el primer ideal, «el evangelio», era algo que afectaba a lo íntimo del ser espiritual de Francisco y lo afectaba en su totalidad. Lo mismo cabe decir de los otros grandes ideales. Pero sucede que H. Felder -permítaseme esta reiteración para mejor aclarar nuestro pensamiento en un momento clave- no estu– dia estos ideales como «vivencias» del alma de Francisco, sino que se limita a buscar el apoyo histórico de las fuentes para hacer ver que sus afirmaciones tienen consistencia histórica. Son las reglas de la investiga– ción histórica las que se tienen en cuenta en la contextura del libro. Pero no se usufructúan las riquezas de vida interior que los análisis existen– ciales nos han descubierto. Este tema de las vivencias del alma de San Francisco adquiere aún mayor interés si pasamos a analizar las situaciones-límites del alma de San Francisco. De ellas se dan referencias en todas las vidas del Santo, hasta en las más sencillas y populares. Como situaciones-límites deben considerarse ante todo el momento cumbre del Monte Alvernia y la eclo– sión de su alma litúrgica en el Himno de las Creaturas. Ambas al final de su vida. En los principios de la misma podemos recordar el habla del Cristo de San Damián, el beso al leproso, la lectura del Evangelio en la Porciúncula el día de San Matías ... Años más tarde, el retiro en Poggio– Bustone donde se le dice que sus pecados le han sido perdonados, el mensaje a Fr. Silvestre y a Clara sobre su futura misión, etc ... Desvelar el alma del Santo en esos momentos excepcionales es la vereda oculta y misteriosa que nos lleva a lo más recóndito del alma del mismo. Si se objeta que no hay vida del Santo, hecha con algún rigor intelectual, que no haya tenido en cuenta estas situaciones límites, hay que responder .reconociendo lo mucho meritorio que se ha hecho. Pero sinceramente pensamos que en esta línea resta aún mucho por hacer. El investigador religioso siente gran pena por cuanto estos análisis psicológicos se han utilizado brillantemente en creaciones literarias con resabios nihilistas o profundamente anticlericales, como La Náusea de J.-P. Sartre o La Peste de A Camus, mientras que apenas si tenemos algo más que esbozos de utilización en la hagiografía cristiana y, más concreto, en la vida de San
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