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POSIBLE APORTACION DE METODOS FILOSOFICOS 549 en la Iglesia, es entrar de lleno en la comprensión del sentido profundo de la obra del Santo. Tema incitante y amplio este de hallar el sentido de la vida de San Francisco. Difícil, sin duda, pero que cala en un estrato más hondo de su vida que el alcanzado por el método explicativo que se atiene a los agentes y condicionamientos que influyen de un modo eficaz, pero extrín– secamente, en la misma. III. «Método comprensivo» fundado en el «intimar» con la vida de San Francisco La filosofía existencialista ha tenido desviaciones que confunden y embrollan hondos problemas humanos. Pero bien podemos usufructuar algunos de sus mejores análisis sobre la conciencia. Dos planos distingue en ella: el plano primero y obvio en el que la conciencia se nos mani– fiesta como libertad creadora, y el plano más profundo y excepcional al que llaman los existencialistas situación-límite. La literatura al uso se ha fijado preferentemente en la situación-límite de la angustia, del temor y temblor, de la muerte, de la nada, etc ... Pero no son estas situaciones ni las únicas, ni tampoco las más importantes. Si la conciencia es primera– mente «libertad creadora», la situación límite no debe aminorarla y menos anularla, peligro que acecha a las situaciones-límites mentadas, sino que la situación-límite debe potenciarla en grado sumo. Desde una visión cris– tiana es una situación-límite preclara aquella en que Dios habla y el hom– bre se vuelve a El para responderle. En el momento en que esto sucede algo grande se pone en marcha en la conciencia. Este sencillo esquema nos parece muy apto para poder ser aplicado a la vida de San Francisco. Creemos que con el mismo puede recibir ésta una clarificación que guíe nuestros pasos en el estudio de su intimidad. Terminamos de decir que la conciencia en un primer plano se nos manifiesta como «libertad creadora». En línea con esta antropología Ortega y Gasset reiteradamente repite que la vida humana es un «faciendurn», una faena que hay que realizar de tal suerte que cada cual debe ser el novelista de su propia vida. Nada grande, insiste, se nos ha dado regalado. Todo cuanto merece la pena es necesario conquistarlo. La libertad mues– tra su potencia creadora en esta conquista. Lo que sucede es que toda

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