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292 ISIDORO DE VILLAPADIERNA O, F. M. CAP. Villanueva, no obstante su escrupulosidad en la terminolo– gía canónica, aceptó sin objeciones y a veces hasta defendió calurosamente las distintas proposiciones que fueron luego pro– mulgadas en decretos : suspensión de provisión de las prebendas eclesiásticas (l.XII.1810), aplicación de obras pías y otros pro– ductos de ciertos bienes eclesiásticos a las urgencias del Estado (22.III. y 20.IV.1811), e igual destino de las alhajas de plata y oro de las iglesias no absolutamente necesarias para el culto di– vino (8.V.1811), y por último, abolición de señoríos y privilegios (6.VIII.1811). En todos estos decretos se violaba ampliamente la inmunidad eclesiástica. Villanueva desconfiaba del interés y capacidad de sus alia– dos los liberales para llevar a cabo la reforma eclesiástica que le obsesionaba, e intenta encomendarla a un Concilio Nacional. Para vencer la hipotética resistencia de los Obispos a una reforma en el sentido y profundidad de la del sínodo de Pistoia estaban la maleabilidad del Cardenal Primado y la autoridad inflexible de unas Cortes liberales. El programa de la reforma está íntegro y detalladísimo en aquel Indice de ]Materias entregado al estudio de la Junta de A.;untos eclesiásticos que funcionó efímeramente en los últimos meses de la Central Suprema, como hemos dicho anteriormente. El empeño de Villanueva era que se le encargase oficialmen– te de preparar y presentar a las Cortes para su sanción aquellas materias « de disciplina externa». Hizo su proposición el 1 de abril de 1811 y el día 22 fué nombrada una comisión que conti– nuara los trabajos de la antigua Junta de Materias eclesiásticas. La integraban los diputados eclesiásticos Serra, Villanueva, Rovira, D. Vicente Pascual, canónigo de Teruel y D. Pedro Gordillo, presbítero de Las Canarias 65 • Ninguno de ellos era ultramontano. El 15 de julio Ostolaza, uno de los portavoces del partido absolutista, propuso entre otras cosas la celebración de un Concilio Nacional que indicara las medidas conducentes a salvar la Religión que peligraba con la Patria. Era un evi– dente conato de pasar los asuntos eclesiásticos a los únicos que debían entender en ellos, los Obispos. Villanueva reclamó sobre esta proposición, que era precisamente uno de los puntos que trataba ya la Comisión encargada de concluir los trabajos de la Junta eclesiástica de Sevilla. Prometió presentar en breve lo acordado por la Comisión sobre el particular 66 • 65 Diario de Sesiones, II, 806, 909. 66 lb., 1451-1452.

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