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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 97 es divinamentlf' inspiracla y útil para enseñar, para argmr, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hom– bre de Dios sea perfecto y consumado en toda obra buenal> (2 Tim., 3,16-17). Para San Pablo .. un solo libro cuenta: la Biblia. Lo ha estudiado y profundizado durante toda su vida , primeramente como rabino entre los rabinos, a los pies de Ciamaliel y otros maestros de fama : después de ,;u conver– sión ha penetrado su sentido a la luz de la claridad deslumbra– dora en que se vió enn1elta su Pxistencia. Nadie corno él ha calado úan hondo en las insondables riquezas de la palabra diYina. Por eso aconseja, como maestro experimentado, a su dis~ r.ípulo Timoteo sobre la prueba hasb la saciedad : las em– plea como perfecto conocedor que sabe sacar torlas las ven– tajas: argumentaciones, pfirrafos oratorios, aplictciones varia– das, citaciones, alusiones y acomodaciones. Li Biblia es para 5an Pablo el más precioso de los tesoros, p 1 Jrque contiene a Crist:o. Todo prepara y anuncia su yenida. L;i. Biblia, tesoro d<: verdad, es t:ambit;n arsenal abundante, donde el Apóstol df' las gentes encuentr;1 las mejores armas para la defensa de esta verdad. Tímoteo se afianzará más firmemente en la es– peranza de salvación mediante la paciencia y el consuelo que proporcionan las Sagradas Páginas: ((Pues todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fué escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las F scrituras estemos firmes en la esperanza)) (Rom., r5,4). La Escritura, por lo tanto, según el consejo dado a Timoteo, es ílttl para ejercer dignamente los cuatro principales oficios del apóstol: ense– ñar la yerdad de la fe, rechazar los error<:s corregir y amo– nestar a los descarriados, impulsar a una perfección más alta de vida a los especialmente llamados por Dios. 7

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