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'.EL MEN'SAJ'.E DJ;: LA BIBLIA grada Escritura en los seminarios sino el que, terminado el curso especial de dicha disciplina, haya conseguido legítima– mente grados académicos ante la Comisión Bíblica o el Ins– tituto Bíblico». En su luminosa encíclica «Divino afflante Spiritu)) del 30 de septiembre de 1943, tantas veces ya citada, el Papa Pío XII, después de analizar los progresos realizados en el campo bí– blico desde la encíclica ((Providentissimus)) de León XIII, da unas normas finales sohrc el empleo de la Sagrada Escri– tura en la instrucción de los fieles. «Pero a nadie se le esconde que todo esto no pueden los sacerdotes llevarlo a cabo en regla, si primero ellos mismos, mientras permanecieron en los seminarios, no bebieron este activo y perenne amor de la Sagrada Escritura. Por lo cual, los sagrados prelados, sobre quienes carga el paternal cuidado de sus seminarios, vigilen con diligencia para que también en este punto nada se omita que pueda ayudar a la consecunción de este fin. Y los maes– tros de Sagrada Escritura de tal manera lleven a cabo en los seminarios la enseñanza bíblica, que armen a los jóvenes que han de formarse para el sacerdocio y el ministerio de la di– vina palabra con aquel conocimiento de las Divinas Letras y los imbuyan en aquel amor hacia ellas, sin los cuales no se pueden obtener abundantes frutos de apostolado,¡¡ EL ESTUDIO DE LA BIBLJA EN LOS CENTROS DE FORMACIÓN RELIGIOSA Prueba fehaciente del desvelo y preocupación del Santo Padre por los estudios de la Biblia en los centros de forma– ción religiosa, es la Instrucción de la Pontificia Comisión Bí– blica del 13 de mayo de 1950, dirigida no sólo a los ordinarios

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