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EL MENSAJE DE LA BIBLIA ración poética y la piedad del Salmista cuando comenta en– tusiasmado la magnificencia del Creador, reflejada en sus obras maravillosas, quien, a pesar de su grandeza excelsa, se acuerda del hombre, creándolo a imagen y semejanza suya: «Oh Dios, Señor nuestro, ¡ cuán magnífico es tu nombre en toda la tierra! ¡ Cómo cantan los altos cie– los tu majestad! Las bocas mismas de los niños, de los que maman, son ya fuerte argumento contra tus adversarios para reducir al silencio al enemigo y al per– seguidor. Cuando contemplo los cielos, obra de tus manos. la luna y las estrellas que Tú has establecido : ¿ Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ni el hijo de hombre para que Tú cuides de él? Y le has hecho poco menor que Dios, le has coro– nado de glorias y de honor. Le diste el señorío sobre las obras de Tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies: Las ovejas, los bueyes, todo juntamente y toda~ las bestias del campo. Las aves del cielo, los peces del mar, todo cuanto corre por los senderos del mar. Oh Dios, Señor nuestro, ¡cuán magnífico es tu nombre!» Religiosa admiración en presencia de las maravillas que reflejan el nombre, el rostro, es decir, las perfecciones de Dios: sabiduría, poder, belleza, bondad, sentimiento de la dignidad eminente del hombre, señor de la tierra y virrey del Universo; acción de gracias, de adoración, de júbilo hacia un Señor tan munificente : tales son los sentimientos que la lec-

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