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1'. CARLOS DE VILLAPADIERNA 73 das tomadas en relación a la explicación de los Libros Santos en la vida de la Iglesia: <d~l tesoro escondido de las Sagradas Páginas, que, en su gran liberalidad, el Espíritu Santo ha dado a los hombres, no debe ser descuidado.>> Pero ya en los orígenes de la Iglesia los corifeos de here– jías abusaron del Texto Sagrado, truncando o tergiversando su sentido, a fin de apoyar en él los fundamentos de sus erro– res o desviaciones doctrinales. El mal se agrayó considera– blemente con el advenimiento del protestantismo. Cada fiel podía libremente interpretar sus páginas, bucear en los miste– rios de la palabra divina, guiado únicamente por su;; luce.e; naturales y las ilusiones de su propio espíritu. RECOMENDACIONES DE ALGUNOS PAPAS Era evidente que no podían las Lttras en manos de una multitud indocumentada, para qne hiciera de ellas mangas y capirotes a capricho. Por eso varios Papas ---Inocencia III (rr98-12rG), Pío IV (1559-1565) y Clemen– te VIJI (1592-1605)-se vieron en la obligación de tomar pre– cauciones, no para prohibir, sino para limitar la lectura de la Biblia entre los fieles. Más tarde, cuando el protestantismo perdió su influencia, las medidas pontificias se suavizaron y apareció en todas las naciones una floración esplendente de versiones de la Biblia en lengua vernácula bajo la dirección y aprobación de los obispos. Como dice Lacordaire en sus ((Cartas a un joven)), «hl Iglesia, depositaria de la palabra de Dios, no ha temido más exponer el textio yerdadero a las miradas del género hu– mano; no lo ha tenido oculto. bajo el yeJo de una lengua hie– rática, como el misterio del santuario, y... ha permitido a to• dos los cristianos de' en una interpreta.

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