BCCCAP00000000000000000000429

1'. CARLOS bE VILLAPADIERNA 69 que en Belén «solamente el cántico de los salmos rompe el silencio; el campesino, guiando su carreta, canta el Alleluia; el segador mitiga el calor abrasador entonando salmos ; el viñador, trabajando la viña, tiene siempre en boca algún pasaje de David». San Ambrosio, copiando casi literalmente a San Basilio, afirma: «Los más indolentes, es decir, la mayor parte, no re– tienen ni un versículo de los profetas ni de las epístolas ; ma,,, los salmos los cantan así en sus casas como en público ... ¡Y qué enseñanza tan profunda encontramos! Allí se en– cuentra una teología perfecta, allí las profecías de la encar· nación, la amenaza del juicio, el temor del castigo, las pro– mesas de b gloria, la revelación de los misterios, todo esto se halla en el Salterio como en un grande y rico tesoro.)) SENCILLEZ DE LOS LIBROS SAGRADOS E~ta simplicidad se transparenta en el lenguaje de todos y cada uno de los libros de la Biblia. No hay períodos artís– ticamente elaborados; todo es sin artificio, diáfano, simple e inteligible a todos. Es una predicación de la calle, sin tener nada de plebeyo u ordinario; ella, la Biblia, nos habla de co– sas vivídas por todos y por todos experimentadas; tales son las palabras de los profetas, de los Libros Sapienciales, de los Evangelios, inteligibles para un niño de diez años e inagota– ble en su hondo significado para el anciano de ochenta. Así los libros históricos del Antiguo Testamento tienen su raíz en tradiciones populares que se han ido transmitien– do fielmente, escrupulosamente, de generación en generación. Los profetas de Israel, sus poetas, sus sabios no han escrito al modo de las gentes cultas y refinadas. Al contrario, esta– ban mezclados a la vida de su pueblo y se esforzaban por ejcr-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz