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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 59 ellos alimento, luz, sangre y vida. El segundo concilio de Vie– na (1312), como prueba del interés por los estudios bíblicos, recomienda erigir en las cuatro universidades más famosas de París, Oxford, Bolonia y Salamanca, cátedras dl:'. hebreo, <le caldeo y de árabe, tanto para formar misioneros corno para explicar mejor la Sagrada Escritura. Y es que la Biblia, juntamente con la Tra<lición, es fuenit.: de revelación. La Teología debe proponer de una manera in teligilJle todo el contenido doctrinal religioso de ía Bililía : debe ordenar los datos y nociones adquiridos con la exégesis de cada uno de los libros en la sucesión de su desarrollo his tt'irico, teniendo en cuenta el plan unitario de la Rewlación y la cohesión de unas verdades con otras. b) En la Littirgia.-Gracias a Dios, el amor y yeneración por la Biblia se van adentrando en el pueblo fiel merced a lo,, vsfuerzos de exégetas, investigadores y divulgadorvs. A ello a contribuído poderosamente el indiscutible resurgimiento ¡¡. túrgico en el mundo católico ; el pueblo participa más activa, más gozosa y conscientemente en la liturgia de la Iglesia. Esto implica necesariamente un mayor conocimiento de la Bi– blia, puesto que el Libro Sagrado constituye el meollo de lec– ciones, oraciones, antífonas ... Mediante la liturgia la Biblia se ha introducido en la vida de la Iglesia. La Biblia no ha sido relegada por los católicos a ia trastera. Está sobre el al tar, en el misal, en el breviario, en otros libros de piedad y de oración. Muchas lecciones del oficio divino, todas las de la misa, están tomadas de la Biblia. El Salterio, compendio de cánticos litúrgicos del Antiguo Testamento, ha sido adop– tado por la Iglesia en sus plegarias y en su liturgia, y forma la sustancia de la liturgia católica.

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