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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 53 (4 36-37). La reflexión de Pedro a Ananías (5,4) prueba cla– ramente el carácter facultativo de tales ventas: «... Ananias ¿ por qué se ha apoderado Satanás de tu corazón, moviéúdo– te a engañar al Espritu Santo, reteniendo una parte del pre• cío del campo? ¿ Acaso sin venderlo no lo tenías para ti ; y vendido no quedaba a la disposición el precio?» Además, las colectas hechas por San Pablo para socorrer a la Iglesia de Jerusalén muestran que el colectivismo no era norma general. El llamado comunismo de la Iglesia de Jerusalén no es más que la realización del ideal moná~tico de pobreza predi– cado por Jesús. «No se trata de comunismo en el sentido teó– rico, sino de una aplicación más amplia del principio de ca– ridad; se trata simplemente de una caja o fondo común en· riquecido y alimentado por donativos voluntarios para satis– facer las necesidades individuales.>> EL CRISTIANISMO NO ES u:, MOVIMIENTO POLÍTICO SOCIAL, SINO RELIGIOSO El cristianismo intenta fundar el reino de Dios mediante la predicación de la verdad y del espíritu de caridad ; de este modo no hay lugar a diferencias entre esclavos y hombres libres. Ha de tenerse en cuenta que el cristianismo primitivo no fué un movimiento social-político, sino un movimiento re– ligioso. Por eso San Pablo manda que cada uno permanezca en el estado en que fué llamado a la fe (I, Cor., 7,20). Escla– vo y hombre libre son iguales y se hallan en la misma línea fundamental: son servidores de Cristo. Esta igualdad sobre– natural se fundamenta en haber sido todos rescatados me– diante la sangre de Cristo (6,20). Si el cristianismo es el punto de partida de un cambio ra-

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