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EL MENSAJE DE LA BIBLIA corazón y un alma sola, y ninguno tenía por propia cosa al– guna, antes todo, lo tenían en común)) (4.32). Los primero·s cristianos vivían en unidad de almas v de corazones. agluti– nados por el recuerdo. h presencia mística de Cristo, la frar– tio panis, que estahlece y manifiesta esta unión (I, Cor., rn,16- r7), y por el canto de los himnos y salmos que acompaííahan a la celebración litúrgica de la Eucaristía (Hechos, :2,42-47'1. Esta unión de corazones y de sentimientos en el orden prác– tico se traducía poniendo en común todos los bienes. QUÉ ERA EL ucn~H'.'IISMÜ)) TlE LA PRIMITIVA IGLESIA? Ciertos tribunos han acusado a la Iglesia de aliarse contra los grandes capitalistas y burgueses, olvidando la vida en ro mún de los primitivos cristianos. La Tgksia, en sus comien zos, era comnnista-dicen ellos-, pero en el transcurso del tiempo fué degenerando hacia formas contrarias al Evange– lio. Conviene insistir sobre esta afirmación, porque es nece– sario deshacer viejos prejuicios y falsos fnndamentos. A pri mera vista y tomadas ciertas expresiones al pie de la letr;i parecen favorecer tales acusaciones. Sin embargo, ni las ex– presiones ni la práctica y vida de los primeros cristianos pue– den interpretarse en sentido colectivista. Para San Lucas los términos «pas)) y «apasJJ no d,•,;ignan plenitud completa, sino la mayor parte de personas o Ja ma– yor cantidad de alguna cosa. Cuando afirma que ((todos los creyentes)) tenían «todos sus bienes en comÚmJ. afirma que muchos de entre ellos así lo habían hecho. Esta comunidad de bienes no era ohligatoria. de lo con– trario no se explica por qué Bernahé es alabad,J al despojar– de sus bienes y ponerlos a los pies de los apóstoles :

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