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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 45 humana hasta nuestro días, y quizá más en nuestros días, son las gentes de condición humilde y media, sín influencia y sin medios ele defensa prácticamente, las que sufren más in– tensamente las exigencias, a veces brutales, de los funciona– rios reales. El profeta Samuel, ante los ancianos que k piden un rey que gobierne a Israel, habla en términos duros dv las vena– lidades, injusticias, arbitrariedades cometidas por los reyes que, ellos desean: ((Ved cómo os tr;;,tará el rey cine rcinarái sobre vosotros: Cogerá a vuestros hijos y los pondrá al ser– vicio de sus carros y de su caballería ... Tomará a vuc;;tras hijas para perfumeras, cocineras v panaderas. Tomará vues– tros mejores campos y vuestras viñas y olivares y se los dará a sus servidores. Diezmará vuestras cosechas y vuestros Yi– nos para sus eunucos y sus servidores. Cogerá vuestros sier– vos y vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus obras. Diezmará vuestros rebaños y vos– otros mismos seréis esclavos suyos)) (I, Samuel 8,10-17). Juntamente con las execciones reales, los tributos y las devastaciones de las guerras, es necesario notar tamhién las causas psicológicas de empobrecimiento. Para el campesino palestinense la vida era sumamente fácil.: sus ovejas y cabras le daban la leche, la carne y la lana : las viñas crecían casi sin trabajo, pues desde marzo a otofío no llueve y las enfer– medades que entre nosotros atacan a los viñedos, allí no exis– ten. Con levantar la mano tenía a sn disposición aceitunas, dátiles e higos. Pero precisamente esta facilidad k lle,;aba con frecuencia a la perC'za supina, a la indolencia y al aban– dono. El Libro de los Proverbios estigmatiza la indolencia de los aldeanos: <cEl perezoso no ara en invierno ; va luego en busca de la cosecha y nada halla.>i ((Pasé junto al campo del perezoso v junto a la viña del insensato. Y todo eran

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