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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 39 mo Soberano de la tierra prometida, los reyes son solamen– te representantes suyos. Este principio se halla en forma general en los Prov., 8,15 «Por mí reinqn los reyes y los jueces administran justicia. Por mí mandan los príncipes y gobiernan los soberanos de la tierra». Esta sentencia de los Proverbios puede entender– se de dos maneras : o que de la sabiduría les viene el poder de reinar y administrar justici9-, o que por ella tienen aque– llas disposiciones de ánimo necesarias para gobernar y ad– ministrar justicia. En ambas interpretaciones permanece el principio de que en el origen de todo está la divinidad, de donde se deriva autoridad, consejo y justicia. La concepción cristiana-siguiendo en la misma línea del Antiguo Testamento, que funda la autoridad de _todo poder superior en la roca eterna de la voluntad divina-se halla expuesta, de una manera más sistemática y más completa, en las epístolas de San Pablo ; fundamenta su doctrina mo– ral y social sobre el cimiento fecundo y luminoso de la doc– trina del Cuerpo Místico, que, a su vez, se apoya en la rege– neración bautismal mediante la cual los hombres son incor porados a Cristo, cabeza del gran organismo de la Iglesia, hechos iguales y libres ante Dios. Mostrando que la diversi– dad de miembros y unidad de vida son esenciales a ese Cuer– po, del que Jesucristo es cabeza y el Espíritu Santo el alma, deduce los deberes recíprocos de caridad, de justicia y de so– lidaridad, con la obligación que cada uno de los miembros tiene de colaborar al bien del todo (I, Cor., 12,12-27), Gal., 3,27-5,1). San Pablo habla de: a) La obediencia a los po– deres públicos ; b) a los cabezas de familia ; e) a los jefes re– ligiosos de la comunidad cristiana. a) Obediencia a los poderes públicos.-El pasaje más ca– racterístico se halla en el capítulo 13, a los romanos: «To-

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