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EL MENSAJE DE LA BIBLIA cac10n profunda para todos los tiempos y un manantial in agotable de principios religiosos y morales. Nadie ha propuesto de un modo tan diáfano, tajante y eficiente la moral cristiana como el Apóstol en los pasajes parenéticos de sus cartas. Todas ellas, pero principalmente las dos a los Corintios, arrojan luz orientadora y perdurable sobre una serie de cuestiones importantes, suscitadas en el seno de las comunidades primitivas, tanto en lo que se re– fiere a la vida privada como pública. En primera linea, asentado sobre la roca inconmovible del amor a Dios y al prójimo, se halla el Decálogo, «las diez columnas de granito de los mandamientos divinos promul– gados solemnemente en el Sinaí». Todo el grandioso y com– plicado edificio de la moral humana está encuadrado en es– tas diez radiantes y firmes columnas, de tal suerte que las ideas morales posteriores, de lo profetas, de los libros Sa– pienciales, no son sino explanaciones, aplicaciones. 3) Importancia en la vida social e internacional.-Puede también imaginarse la influencia en la vida socíal e interna– cional del principio cumbre de moralidad : el amor de Dios y del prójimo. Sus resonancias en el campo del derecho, de la política, de la sociología, son incalculables. Según la doctrina de la Sagrada Escritura, todas las ma– nifestaciones externas e internas de la comunidad están so– metidas a la voluntad de Dios. Al igual que los individuos, la autoridad humana encuentra en la ley eterna su norma, su fundamento y sus límites. El principio que fundamenta la autoridad y, consiguientemente, la obediencia en el antiguo derecho semítico es la noción de la divinidad, Dios es el So– berano del país ; la designación de Dios con el apelativo de Melech (rey) es común entre los semitas. Al constituirse ls– rael en Monarquía, Yavé sigue siendo el verdadero y supre-

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