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394 EL MENSAJE DE LA BIBLIA divina del Verbo Eucarístico, recibido habitualmente en la Santa Misa. Hoy, un nuevo movimiento se esfuerza por llevar a esas almas el Verbo de la Biblia. Nos lamentamos frecuente– mente de los estragos causados por la moderna literatura en el alma de nuestros contemporáneos, ávidos de lecturas. Y no em– pleamos los medios mejores y más eficaces para contrarrestar esta literatura vulgar, mediocre e insulsa que nos inunda como un diluvio; una literatura perversa o, cuando menos, sin vigor, sin ideas, sentimental e insípida. De muchos lectores empeder– nidos podría decirse lo que el profeta Jeremías afirmaba del pue– blo judío: "Un doble crimen ha cometido mi pueblo: dejarme a mí, fuente de aguas vivas, para excavarse cisternas agrietadas, incapaces de retener el agua" (2, 13). Volvamos a la Biblia, la que la Iglesia interpreta, custodia y proclama en el ritual, en el misal, en el breviario. "La que se vive, reza y encarna en la santa liturgia. No hay más que un libro: la Sagrada Escritura; palabra divina, viva, eficaz, penetrante hasta la juntura del alma y del espíritu."
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