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EL MENSAJE DE LA BIBLIA así, el niño gasta unas energías preciosas inútilmente, que podría emplear en la asimilación de alimentos más digeribles. "Estos catecismos no copian nada de los métodos del Dios de Israel, hablando a Moisés desde la zarza encendida o desde el Sinaí, y aún menos de los métodos del Dios de Oseas, sosteniendo a su hijo y enseñándole a andar." Pero para obviar esta dificultad, se necesita que los mismos sacerdotes y encargados de instruir estén convencidos del gran valor de la Biblia en la catequesis, de los rudimentos de vida cristiana. Pues existen sacerdotes, cada día menos afortunadamente, que juzgan la Biblia incomprensible para los cristianos. Consideran el Antiguo Testamento como una cosa anticuada; las epístolas del Nuevo Testamento y Apocalip– sis, demasiado abstrusas. "¿Para qué turbar las conciencias? Mejor es dejarles en la ignorancia piadosa de estos libros, pues para eso tienen el Magisterio de la Iglesia, sacerdotes que les instruyen." Sin embargo, nada hay más opuesto a la práctica tradicional de la Iglesia ya desde antiguo. ¿Qué otra cosa hizo la Iglesia en sus comienzos que educar a sus fieles y catecúmenos mediante la Biblia? La Biblia no debe ser una colección de ejemplos, como se hace ordinariamente, que ilustren la catequesis, sino la cate– quesis misma. La Biblia debe ser la sustancia de las conferencias catequéticas, debidamente explicada, adaptada e ilustrada. 2. l\!EOIOS EFICACES PARA EL RENACIMIENTO BÍBLICO a) Trabajo universitario.-El renacimiento estable y segu– ro ha de fundarse forzosamente en la enseñanza universitaria; las Universidades deben ser hogares y focos proyectores de luz escriturística. Los profesores universitarios, consagrados en alma y corazón al estudio del Texto Sagrado, son los que determinan, bajo las normas del Magisterio eclesiástico, los verdaderos avan-

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