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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 373 LA PAZ, TRANSFONDO PERMANENTE DEL OPTIMISMO El optimismo es una luz que esclarece, es algo que sublima y transfigura gozosamente, como un nuevo monte Tabor perdura– ble, la vida y las cosas. La idea que domina toda la Biblia-he dicho antes-es la fe en la fuerza del bien dentro de la Hu– manidad. Este bien que constituye el transfondo permanente del op– timismo es la paz a la que se llega mediante la realización de la justicia y del amor vencedores del pesimismo y el egoísmo. Si el hombre se somete confiadamente a la voluntad divina, su justicia interna proyecta al exterior un equilibrio que entrelaza y estabiliza las relaciones de los hombres, de los pueblos y de los estados. El amor es el alma del reino de Dios y por tanto el principio que da orientación y rumbo a la existencia humana. La paz política entre los pueblos supone en cada uno de ellos la paz social. Según proclama la Biblia, esta paz existe solamente donde hay justicia y amor. Solamente el mandamien– to, enraizado en los más recónditos entresijos del alma humana: "amarás a tu prójimo como a ti mismo", puede llevar la paz a los pueblos que se destrozan ferozmente en defensa de los más elementales principios de libertad y de justicia. Tal es, fun– dado en la fe en Dios y en los hombres, el optimismo moral y social, la seguridad en un futuro mejor anunciado por la Bi– blia. La comunidad verdadera de pueblos, tan deseada y tan decantada, es el servicio de Dios, el progreso en la organización del derecho y del Estado, la igualdad más equilibrada del des– tino, que se manifiesta en obras de justicia, de las que estamos tan necesitados; en obras de caridad y en el desarrollo y per– fección de la personalidad espiritual de todos y de cada uno. Con la seguridad del futuro, el optimismo de la Biblia con– suela en los momentos difíciles e imprime fuerza y tesón para

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