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362 EL MENSAJE DE LA BIBLIA no que distingue a todas las esferas cristianas y a toda época de la historia en las cuales predomina la fe." Aun en los tiempos actuales, · tiempos de comprehensión y de fingida coexistencia, siguiendo las doctrinas del filósofo nihi– lista y demente Nietzsche, se acusa al cristianismo de destruc– tor de la alegría. "Un Crucificado, hermoso Dios de la alegría", exclaman. Cierto es que la Cruz, con sus líneas rígidas y duras, el madero deshojado, pelado y frío, con dos troncos -desnudos por brazos, semeja a primera vista el símbolo de la tristeza y del desconsuelo. Ya San Pablo, ante la oposición de su tiem– po a la predicación evangélica, afirmaba: "Nosotros predica– mos a Cristo, necedad para los gentiles y escándalo para los judíos, pero fuerza de Dios y sabiduría de Dios para los lla– mados" (I. Cor., 1123-24). He aquí el profundo, insondable misterio cristiano; una cruz fuente de felicidad, de gozo perdu– durable; pero solamente lo es para el hombre que doblega su ;razón engreída y se somete humildemente, con sencillez de niño, a los postulado;; incomprensibles de la fe; la razón tiene sus límites, y hay una línea divisoria de lo que la razón puede abarcar y de lo misterioso que únicamente podemos saber gra– cias a la fe, que se funda en la autoridad de otro que conoce la existencia de ese mundo de verdades impenetrables al enten– dimiento falible y contingente del hombre. AFIRMACIÓN EXACTA DE CARMEN LAFORET La Cruz de Cristo se ha convertido en manantial perenne del agua de la vida, en foco potente de luz. Cierto es que la norma de vida para el cristiano es grave y dura; pero así como al lado del Arca de la Alianza, junto a las tablas de la ley ri– gurosa y exigente, se hallaba el ánfora con el maná confortan-

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