BCCCAP00000000000000000000429

P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 359 cinas antisuicidas para aconsejar y convertir a los candidatos al suicidio. Y no puede ser de otro modo cuando no hay una meta cla– ra, definida; cuando el camino está envuelto en sombras y se carece de luz para disiparlas. Mas si el camino está envuelto en sombras y los hombres carecen de luz para disiparlas, es porque los hombres así lo quieren, pues hace dos mil años que Cristo nos enseñó muchas cosas y lanzó entre los hombres una serie de benditas parado– jas que son luz para los de corazón puro y escándalo para los necios. ¡Qué verdad es, desgraciadamente, la afirmación de Rus– kin, certera y espeluznante: "La alegría estrepitosa no está se– parada en todo el mundo de la muda desesperación más que por un delgado tabique"! Y conste que no soy pesimista ni aguafiestas; me he cansado de repetir anteriormente que nadie como el cristiano tiene derecho a divertirse, a gozar de los en– cantos de la Naturaleza, obra maravillosa de Dios, donde todo se dispone con peso, número y medida; nadie como el cristiano tiene derecho al gozo sereno, armónico y tranquilo; pero es ne– cesario ser sinceros, transparentes con nosotros mismos y con el mundo ambiente. Gran parte de la sociedad de España, de Francia, de Inglaterra y de cualquier otra nación se lanza loca– mente por los caminos de las fiestas, de los pasatiempos, del jolgorio, porque tiene miedo de encontrarse a solas con el va– cío inconmensurable de su espíritu, con la inutilidad de su vida hueca e insulsa. "Gran parte del esparcimiento, y señaladamente del buen humor de este mundo, no sirve a las personas de edad madura sino para olvidar por unas horas aquello que de otro modo no podrían soportar, aquello que en otras horas los colma de pro• funda tristeza y a veces casi de desesperación. De eso viven los

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz