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34 EL MENSAJE DE LA BIBLIA la concordia entre los huníanos. Hoy la muerte corroe al mundo, impregnado de supercivilizaci(m, porque donde Dios no está, allí reina la muerte. «El mundo actual se parece a un campo sembrado de huesos descarnados, como en la vi– sión del profeta Ezequiel. Mas en esta visión el profeta oye la palabra de Dios. Así dice el Señor Yavé: «Ven, oh espíri– tu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muer– tos, y vivirán. Y cuando el profeta hubo hablado, según la or, den de Dios, entró en ellos el espíritu y revivieron y se pu– sieron en pie, un ejército grande en extremo» (Ezquiel, 37,9 y ss.) Así volverá la vida sobre los campos de muertos de la humanidad cuando el soplo vivificante de Dios se pose de nue– vo sobre ellos. Y vendrá de la Biblia, de las páginas sagra– das, custodiadas e interpretadas automáticamente por la Igle– sia Católica, en las cuales perviven los principios eternos que deben regir la vida de los individuos y de las sociedades. ARTÍCULO III.-DocTRINA MORAL DE LA BIBLIA. 1) Primado del amor. - Solamente una moral teocén– trica puede crear sólidas y estables obligaciones. Una mo– ral sin la idea de un Dios autor de la ley, sin la seguri– dad de un castigo o de un premio es una parodia y un absurdo. Toda la doctrina de la Biblia se fundamenta y de– pende de este solo principio : creencia en Dios Creador y, consiguientemente, sujeción total a El como fin último ; el hombre, en su ser y en: su obrar, debe estar sometido a la voluntad soberana de Dios. Y esta voluntad divina es el amor divino, porque-como' dice San Juan-Dios es caridad (I, Jn., 4,8), y esta caridad, manifiesta al hombre, exige en retorno amor. Nadie como el profeta Oseas ha descrito en el Antiguo Testamento el amor exquisitamente delicado

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