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EL DOLOR A LA LUZ DE LA PALABRA DIVINA La Biblia es el mejor libro para las horas de sufrimiento. Las narraciones de la Pasión de Cristo en los Evangelios, del martirio de los primeros cristianos, en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en el Apocalipsis han llevado la paz a innumera– bles corazones torturados. En la Pasión de Jesús, el Evangelio propone a los cristianos la idea de absoluta perfección, innace– sible a la debilidad humana cuando se trata de soportar el dolor. En el libro de Job, el hombre experimenta la imperfección del sufrimiento humano y la flaqueza del siervo de Dios, quien, a pesar de todo, termina por triunfar. El mayor enigma que Dios presenta ante los hombres es que también a éstos-y con singular apremio-los visita el dolor. En la actual economía del mundo, el dolor es inherente a la existencia humana. Semejante experiencia resulta para los uni– do.s a Dios dura prueba de fe. ¿Cómo es posible creer en un Dios justo, en un orden recto del mundo, si el dolor acosa indis– tintamente al pecador y al virtuoso; más aún, si, como no pocas veces acontece, condena a los malvados y castiga fieramente a los buenos. De ahí la cuestión angustiosa :¿De dónde proviene el mal? A la luz de la fe de la Iglesia, cuando se cree en un Dios creador todopoderoso, que ha hecho bien todas las cosas, que es la razón última de todo acontecimiento, justo en todas sus acciones, lleno de misericordia hacia sus criaturas, este pro-

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