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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 33 1 BLAKE BUSCA EL PARAÍSO El libro negro de Papini, nos presenta una nueva edición de míster Gog, multimillonario y fanático coleccionista, que cuenta cómo en su sección de manuscritos inéditos, se encontró con una obra de William Blake, titulada El Paraíso hallado nueva– mente. En esa obra imaginaria, Blake se figura que el nuevo Edén no puede haber desaparecido de la tierra y se lanza a la aventura de encontrarlo. Con idéntico fin se había embarcado antes Colón, pero tuvo la mala fortuna de hallar nuevas y ricas tierras que le entretuvieron, impidiéndole cumplir su cometido principal. El espera mejor suerte y con esta ilusión viaja du– rante años. Encuentra raras y variadas bellezas, pero ningún rastro del paraíso. Hasta que una noche, durmiendo sobre el musgo de una vieja caverna, empieza a soñar y oye una voz que le habla... Su constancia le ha merecido que Dios le revele la gran nueva que sólo algunos santos llegaron a entrever. El Paraíso terrenal existe aún; el Paraíso es toda la tierra. Adán y Eva no fueron expulsados de él, sino que fueron solamente enceguecidos para que perdieran el sentido de la orientación y no volviesen a encontrarle. "Y yo-concluye diciendo Blake-, después de agradecer al Señor con un canto nuevo, regresé a mi ciudad, a mi pobre casita y me di cuenta de que hasta mi reducida huerta de Londres era un rincón hasta entonces igno– rado, del Edén omnipresente y eterno." El hombre sigue buscando el Paraíso, sin darse cuenta de que el Paraíso, como el infierno, puede estar dentro de uno mis– mo. Allí donde está Dios allí está el Paraíso. Sin embargo, los hombres se empeñan en lanzar al mercado mundial, sucedáneos del Paraíso auténtico. Dos recientes documentos del Magisterio Eclesiástico-el mensaje navideño del Romano Pontífice y la Carta Colectiva del Episcopado alemán-nos hablan claramente
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