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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 29 particularmente de la inspiración bíblica, que se sirve de ellos como de instrumentos. Dios los ilumina, sin turbar la estructura de su inteligencia ; guía su voluntad sin privarlos de la libertad; los asiste, respetando el juego delicado de su psicología humana. Dios ilumina, guía, asiste a los escrito– res sagrados de tal manera que el mensaje que ellos formulan es, al mismo tiempo qne un mensaje del homhre, el men– saje de Dios mismo, la palahra de Dios. Por eso dice San Pablo que «toda escritura es divinamente inspirada)) (2 Tim., 3, 16), y San Pedro precisa. ((J\fovidos del Espritu Santo ha– blaron los homhres de Diosil (2,P .• 1,20). La Iglesia, deposi– taria infa lihle de las enseñanzas apostólicas, afirma en el Concilio V,lticano qne los libros del Antiguo Testamento son sagrados, porque ((escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autorn. Así se explica la unidad asombrosa, la orientación mis– teriosa que descubrimos en el Libro Sagrado: la Biblia, en todas las etapas de su crecimiento mantiene su homogenei– dad a pesar de los materiales que va incorporando, porque un solo y mismo autor vigila su formación y crecimiento. ARTÍCULO II.--PoR RAZÓN DE su CONTENIDO. Del estudio comparativo de la literafaira antigua y de la Bi– blia se deduce un hecho incontrovertible: las verdades con– tenidas en el Libro Sagrado trascienden radicalmente sobre todas las doctrinas de los pueblos antiguos. Los sabios investigadores han interrogado los anales sa– grados de Persia; han escudriñado el Código de Hammura– bi, rey de Babilonia, uno de los Códigos más antiguos de la Humanidad; han estudiado las crónicas reales de Sargón, de AsurbanípaL d,é Nabucodonosor, las obras poéticas de la In-

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