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EL MENSAJE DE LA BIBLIA convers1on. Compré la Biblia y comencé a leer. No tardé en encontrar en los Evangelios un pasaje sobre la justicia :social. Leía con avidez, y cuanto más avanzaba en la lectura, nuevos horizontes, basta ahora ocultos, iban apareciendo ante mi inte– ligencia." Entrevistóse con un sacerdote, que le animó e instruyó. Su esposa también se convirtió. En 1934 se casó canónicamente, y el mismo día bautizó a su niña de tres meses. En las filas del Sindicalismo Católico halló ocasión propicia para defender la causa de los obreros. Y termina así su emocio– nante relato: "Nosotros, que tenemos la dicha de conocer en su integri– dad el mensaje de Cristo, tenemos también el deber de alzar el grito sin miedo a las oponiones, a los prejuicios, a las persecu– ciones, para condenar con valentía la injusticia e imponer el respeto debido a la dignidad del trabajador." Estos ejemplos manifiestan diáfanamente qué útil es la lec– tura de los Evangelios, y que este libro, inspirado por el Espíritu Santo, encierra la verdad pura, santa y única. Mas para que la lectura sea verdaderamente útil ha de estar encauzada por el Magisterio Infalible de la Iglesia, pues es un error, que no nece– sita demostración, el cometido por los protestantes al admiti1 el libre examen y la libre interpretación de cada texto de la Biblia; ahí están patentes los frutos: disgregación absoluta doc– trinal en mil sectas, que, a veces, en lo único que coinciden es en el odio satánico contra la Iglesia de Roma, la única Iglesia depositaria de las enseñanzas auténticas de Jesús.

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